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Puesto que tenemos tan grandes promesas, amados hermanos, apartémonos del mal, ya sea mal corporal o espiritual. Así en el temor de Dios procuraremos ser completamente santos.

La alegría de Pablo

Por favor, vuelvan a darnos cabida en su corazón, porque a ninguno de ustedes lo hemos defraudado, a nadie hemos corrompido ni de nadie nos hemos aprovechado. No digo esto para echarles en cara nada. Como ya les dije, tienen un lugar muy especial en mi corazón y vivo y moriré con ustedes.

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